El pasado sábado 6 de diciembre un joven grancanario salía de una discoteca de la capital con la mala suerte de tropezarse con una pandilla de malnacidos que, tras golpearlo repetidas veces, acabaron con su vida.
Mal asunto éste de los canis, quinquis, coyotes o como se les quiera llamar. Que se maten entre ellos pero al resto, por favor, déjennos en paz.
Mi más sentido pésame a los familiares y amigos.
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